Blog - mayo 12, 2025

Lo bueno, lo malo y lo feo: Crónicas de una gira por España

Lo bueno, lo malo y lo feo: Crónicas de una gira por España Viajé a España sola. Sin banda, sin equipo, sin saber exactamente qué me esperaba. Imaginé que estas dos semanas en Barcelona y Madrid serían una especie de retiro: un tiempo para la introspección, la soledad creativa, quizás incluso el silencio. Pero la vida —y la música— me sorprendieron de la mejor manera. Lo bueno Lo bueno fue que no estuve sola. Muy al contrario: estuve profundamente acompañada. La comunidad mexicana y latina en España me recibió con los brazos abiertos. En todos los conciertos hubo gente. Incluso personas que habían escuchado mi música desde antes y que, al enterarse de que iba para allá, fueron a verme, algunas con regalos. Fue muy conmovedor. También me reencontré con viejos amigos que no veía hace años, y conocí nuevos gracias a conexiones que empezaron en Ciudad de México y se extendieron allá. Me invitaron a cenar, a caminar, a conocer su mundo y su forma de habitar esa tierra. A veces el viaje más inesperado no es el que uno hace en tren o en avión, sino el que ocurre en las conversaciones compartidas, en las miradas que se entienden y en la música que nos une sin pedir permiso. Lo malo Lo malo fue enfrentarse con la realidad de hacer una gira autogestiva en Europa. Me quedó claro que ser músico independiente en España no es nada fácil. Muchos espacios culturales no cuentan con el equipo necesario, y en varios casos, además de no pagar, te cobran por usar su espacio. Ese fue el caso de Mexcat, una fundación que apoya a la comunidad mexicana en Cataluña. El trato humano fue muy amable y desde el principio quedamos que había una cuota por el uso del espacio, la cuál yo acepté con gusto pues entiendo que es un espacio independiente. El problema fue un poco que no había el equipo adecuado para hacer el concierto. Solo una pequeña bocina que no fue suficiente para que se escuchara bien. Y aunque no fue mi culpa, eso afecta inevitablemente la experiencia del concierto y la percepción de la gente. Aún así, se les agradece mucho su espacio y apertura con mi proyecto. Lo feo Lo feo —y lo más frustrante— fue sentir que, en algunos espacios, el arte se utiliza como herramienta para lucrar, sin respetar a quienes lo crean. Ese fue el caso de La Casa de México en Madrid. Desde un inicio, la presentación era una colaboración: yo iba respaldada por el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, y ellos me brindarían el espacio. No había pago de por medio, y eso lo entendía perfectamente. Si no se paga honorario, es coherente que sea un evento con entrada libre. Hasta ahí todo iba bien. Lo que nadie me comunicó fue que iban a lucrar con mi concierto, vendiendo bebidas y usando el evento como una plataforma comercial, sin haberme avisado ni mucho menos compartido esa información. Tampoco me dijeron que me obligarían a usar su imagen corporativa, colocándola sobre mi mesa de loops, que es parte integral de mi performance. Se sintió invasivo y fuera de lugar. Pero lo más grave fue el trato institucional: durante toda la gestión previa, no contestaban correos ni mensajes, y el día del evento nos hicieron esperar más de una hora para hacer el soundcheck, sin explicación ni disculpas. Nos hicieron sentir que estábamos estorbando, como si nuestra presencia les incomodara en lugar de ser bienvenida. Fue una experiencia que me dejó una sensación de incongruencia muy fuerte. No solo por el desinterés hacia los artistas, sino por la contradicción entre el discurso de “celebrar la cultura mexicana” y las prácticas poco éticas que vivimos. ⸻ Conclusión A pesar de lo difícil, me quedo con lo luminoso. Con los abrazos de la comunidad, con la música que sonó y se compartió, con las miradas que se reconocieron, incluso sin haberse visto antes. Esta gira fue una prueba de lo mucho que puede lograrse desde la autogestión, pero también de lo mucho que aún nos falta por transformar en el respeto a los artistas y su trabajo. Yo me siento contenta de haber ido y creo que con más tiempo y preparación saldrán cosas mucho mejores. Contar estas experiencias es necesario. No por quejarme, sino por dejar constancia. Porque mientras no hablemos de lo que duele, seguirá repitiéndose. Y porque la música también se defiende, no solo se canta.   Gracias España, por estas grandes eseñanzas y la calidez de tu gente. Hizo que todo valiera la pena!